Clarín : práctica y teoría del periodismo 

in: Pilar García Pinacho e Isabel Pérez Cuenca (eds.),  Congreso Internacional Leopoldo Alas Clarín en su centenario (1901-2001): Espejo de una época , Madrid, Universidad San Pablo-CEU, 2002, p. 369-383.

Clarín : práctica y teoría del periodismo (1).

 La prensa y el periodismo pueden considerarse como la verdadera columna vertebral de la obra de Clarín.

 Para el joven y asiduo lector de los periódicos que llegaban a su casa en los años 1860, el  Jeremías , de Martínez Villergas, el  Gil Blas , de Rivera y Blasco, El Cascabel  de Frontaura o los incipientes rotativos serán los modelos del futuro periodista Tomás en  Tres en una  o de su semanario humorístico manuscrito  Juan Ruiz (1868-69). La lectura de la prensa recibida en el Casino de Oviedo (2) o de las revistas extranjeras a las que estaba suscrito será trabajo y alimento diario para el confirmado periodista hasta la muerte. En la prensa encuentra la mayor parte de su información sobre la actualidad "formal", noticias de toda clase pero también trasuntos del pensamiento europeo tal y como se va desenvolviendo. Es ella fuente y base para su propia producción : eco burlón y satírico bajo forma de comentarios en los paliques, motivo para artículos de crítica, pero también para "fondos", no del periódico sino de Clarín : tanto o más que la cátedra, los discursos o conferencias y los "Folletos literarios", es la prensa -cada vez más- el lugar de la reflexión y de la expresión fragmentada pero coherente del pensamiento político y filosófico de Clarín del que dejan constancia los dos fundamentales libros de Lissorgues (1989, 1996). El inventario llevado a cabo por Y. Lissorgues (1980), permite observar que son más de 2.300 los artículos publicados por Clarín en más de 60 publicaciones periódicas (diarios, ilustraciones, semanarios o revistas literarias), con una colaboración más asidua en 7 títulos. Conste que en la prensa publicó Clarín el equivalente -en letra de imprenta- de 15  Regentas  y el ritmo medio de su producción a lo largo de su vida alcanzó unos 7 artículos al mes, con puntas de hasta 15 como en 1882 (Botrel, 2001c). Lógicamente, la mayor parte de los libros que Clarín publicó en vida se hicieron a base de un material publicado en la prensa, trátese de artículos de crítica, de paliques o de cuentos que van mezclados y sólo representan un 10% de su producción periodiodística total (3). Es interesante observar que, al coleccionar sus arículos en libro, apenas aporta modificaciones al texto, afirmando de esta manera el valor definitivo y duradero de lo aparentemente efímero : escribe día al día o semana tras semana, pero reivindica para la expresión periodística un valor para el futuro. La prensa es incluso un verdadero indicador de las altipresiones y depresiones de Clarín y su propia escritura de creación -novelas y cuentos- está esencialmente determinada por la escritura periodística, según podemos comprobar por su peculiar manera de plasmar directamente en la cuartilla, casi en la plana o la página impresa, lo que ha venido madurando en su mente, si apenas apuntes, y le sale como "brotando" (Botrel, 1985b, 2001a).

 De ahí que resulte imprescindible observar primero la práctica del periodismo para poder luego analizar la teoría de la prensa resultante, y poner ambas en perspectiva.

1. La práctica de la prensa y del periodismo.

 Tanto como el teatro y la poesía -y más incluso- la cultura y el cultivo de la prensa nacional o local eran ya constitutivos de las prácticas sociales juveniles de la España de los años 1860 por reproducción o mimetismo, y no se distingue el joven Leopoldo Alas Ureña de sus coetáneos. Nos consta que el joven Alas fue un precoz y pertinaz lector de la prensa y ya en su obrita dramática  Tres en una , se le ve, en 1867, proyectarse en un posible futuro de "gacetillero y folletinista" (Tolivar, 2001); con la lectura de la prensa satírica y festiva a lo  Gil Blas o  Cascabel se van formando su diccionario y estilo, ensayados -convencionalmente- en epigramas o poesías remitidas a la prensa nacional o asturiana (Botrel, 2002b). Lo que viene de fuera se comenta en los  paliques  y conversaciones de las tertulias juveniles y plasma en un mimético o paródico semanario humorístico manuscrito, el  Juan Ruiz , que será el único título en propiedad de Leopoldo Alas : 50 números repertoriados. En el último número, pronosticaba su vuelta al palenque periodístico (Martín-Gamero, 1985), y, de hecho, tras unos 5-6 años que coinciden con la "revolución de su pensamiento" y su segunda formación intelectual, la fallida experiencia de los 2 ó 4 números de  El Rabagás y algunas colaboraciones en la prensa asturiana (Botrel, 2002a), el 11 de abril, en la prensa y para la prensa nacen "Clarín" en medio de otros seudónimos/heterónimos (Romero Tobar, 2001) ; colaborador espontáneo en  El Solfeo  , pronto puede declarar como Larra -uno de sus modelos- : " ¡ ya soy redactor !", y hasta 1881 será un periodista "de oposición" polivalente (sueltista, cronista, gacetillero, folletinista, articulista de costumbres y hasta poeta jocoso), un periodista  político  en el sentido que le da a la palabra Yvan Lissorgues (1989), comprometido, militante, defensor de la libertad de la prensa y de la suya propia y víctima de la censura y del fiscal Mendo. Allí y en los sucesivos avatares periodísticos del dario festivo y republicano, aprende que "lo que se debe decir no siempre se puede decir" y también aprende a expresarse con "medias palabras". Luego en 1882-1883, por cuenta de  El Día  como reporterista, viaja por Andalucía publicando su serie de artículos sobre "El Hambre en Andalucía" (Saillard, 2001a).

No tiene otra escuela de periodismo, y con esa primera actividad de tipo cuasi profesional - publica unos 700 artículos entre 1875 y 1881-, hace su aprendizaje, sobre la marcha, del oficio de periodista y de redactor, o sea : el que produce texto, al servicio del periódico, de manera a menudo anónima, con muchas "notas y notitas" -sueltos- pendientes de atribución, por consiguiente. Con esta práctica se construye el carácter fundamentalmente dialógico de la escritura periodística clariniana con un juego permanente, más o menos explícito, con el lector "modelo" a quien deja de interpelar en su escritura novelesca pero a quien requiere constantemente a efectos de cooperación interpretativa y de ironía ... En el crisol de la prensa se ensaya la escritura y las formas de  La Regenta  que pronto va a "brotar" con no poca sorpresa del propio autor, sin que se observen claras fronteras entre la escritura periodística y la de su novela, como señala Pilar Palomo (1997).

Sergio Beser (1968) y Simone Saillard (1973) ya destacaron hace años el protagonismo de un género periodístico y literario como el palique, efímero escrito a base de una actualidad no menos efímera, pero lleno de vivacidad e ironía y situado a menudo entre la crítica satírica y el artículo de costumbres en el que se integra, con enorme sensibilidad por el hecho lingüístico, la lengua coloquial y expresiones o giros populares, con una familiaridad más o menos afectada o natural, base para una verdadera creación verbal. La desautomatización del lenguaje que acompaña el cuestionamiento del cliché o lugar común, la combinación de distintos niveles de escritura y lenguaje son base para una virtuosidad en el manejo del idioma, con periodos cortos y un ritmo sincopado, animado, lleno de puntos y aparte, en unas series iconexas de sueltos o párrafos, con una plasticidad apta para todos los temas : crónica de actualidad, comentario político, social, literario o gramatical, con no pocos y sugestivos comentarios tipográficos, dando lugar a una verdadera literaturización.

 En su cuarto Folleto literario ( Mis plagios , 1888), hace Clarín el siguiente comentario, entre culpable y complacido: "es el caso que la mala costumbre de haber sido gacetillero dificulta en mí, cuando no imposibilita, el empleo del estilo completamente noble ; y las frases familiares, muy españolas y gráficas, pero al fin familiares, y ciertas formas alegres, de confianza, antiacadémicas, por decirlo más claro, acuden a mi pluma sin que yo pueda evitarlo ; y es más, yo no sé escribir de otro modo". Si en abril de 1883, en una carta a Emilia Pardo Bazán, aún dudaba Clarín "respecto a poseer un estilo diferenciado, propio, por el cual pueda identificársele, sin antes mirar la firma" (Gamallo Fierros, 1987) y aún en  Mezclilla (1889), en el artículo titulado "Estilo fácil", pensaba necesario disculpar "las confianzas de lenguaje, las frases e interyecciones vulgares, las familiaridades por la naturalidad con que las emplea un escritor verdadero, tal vez a pesar suyo o sin darse cuenta de ello" ( apud Vilanova, 1987). De hecho, incluso cuando después pueda Clarín dedicarse a la crítica "seria", nunca llegará a utilizar el estilo asiático o como se llame, y le quedarán en la pluma unos resabios del tiempo en que escribía en el  Gil Blas o  El Solfeo que en vano combate, según afirma en su irónica carta al obispo Martínez Vigil. En 1925, señalará, con mucha clarividencia, Andrenio el "servicio muy considerable que prestó Clarín a las letras al contribuir a desterrrar el vestido de golilla del estilo literario ; a dar al habla la flexibilidad y la vida de un lenguaje humano, quitando al  sermo nobilis su tiesura y dándole inyecciones de savia popular..." ( apud Sotelo, 2001). ¿Qué duda cabe que del periodismo y de la práctica de la prensa le viene y cuando hayamos analizado el corpus lingüístico clariniano -unos 5 millones de voces empleadas-, podremos diacrónicamente observar el impacto de esta fase de aprendizaje y comprender, por comparación con otras expresiones contemporáneas, cómo se construyó, por la práctica del periodismo, el estilo  literario clariniano.

 Tras la revolución lingüística y estilística larriana, la segunda revolución del periodismo sería, pues, claramente clariniana.

 Se verifica en la práctica asidua en  El Solfeo y  La Unión de varios géneros periodísticos y singularmente del palique cuya dimensión reactiva y dialógica conviene destacar...

 Son charlas sin interlocutor a la vista, pero con presencia, a través de interpelaciones e implicaciones de algún autor o periódico o de un "lector implícito" y una deseada connivencia con el "lector modelo" con el que "firma" Clarín un pacto de lectura, un lector menos ficticio o más real, más "conocido" y cercano, debido a la apretada periodicidad de la comunicación, la cultura o las convicciones compartidas -caso de  El Solfeo  o del  Madrid Cómico (Botrel, 1989)- y también el contacto directo a través de las cartas recibidas. La frecuente alternancia del comentario de la obra criticada y de la reproducción literal -más que resúmenes- de partes del texto se hace en presencia del lector, con su cooperación (4). Se da, pues, un doble dialogismo : con el acontecimiento o el pretexto (un libro, el estilo, la gramática) o una persona/personaje -alter ego o blanco- y con el lector.

 Toda esta ingente actividad remite a un trabajo diario de lectura, una permanente interacción física e intelectual con un fárrago de papeles impresos o manuscritos : la prensa local, regional, nacional, extranjera que recibe y lee -tiene que leer- en su Tusculum/atalaya ovetense : desde  Cosmopolis o  El Liberal  hasta  El Mundo naval ilustrado o la  Revista de Extremadura . Remite a un trabajo de escritura, las más veces apresurada y fragmentada, con su endemoniada letra y el peligro de que a Dios le hagan llamar Díaz los cajistas -y "no se me quejó Dios", comenta Clarín-, y en muy contadas y, para él, escasas ocasiones, de manera más pausada y extensa, logrando una especie de equilibrio con artículos no festivos que pueden continuarse, sin protesta de un director demasiado atento, según Clarín, a por donde van los gustos o preferencias -pero no las exigencias- del público.

 Su ingreso en el  Madrid Cómico , en 1883, marca simbólicamente una nueva orientación de su periodismo : con la llegada de los liberales al poder en 1881 que cierra la fase más represiva de la Restauración, y con su alejamiento de Madrid, se vuelve desde Oviedo, periodista "de sillón" o "de oficina" -a domicilio-, "colaborador literario" más que periodista: privilegia la amenidad de los paliques -género periodístico y literario a la vez-, los cuentos, la crítica literaria -lo que él llama "periodismo literario"-, pero no renuncia a una expresión más política.

 Después de 1883, sigue publicando episódicamente en diarios republicanos y progresistas como  El Porvenir ,  El Globo ,  La Justicia  o  La Publicidad. No obstante lo esencial de su producción se encuentra en lo que llamará sus "tribunas" : los modernos "rotativos" como  El Imparcial , con su suplemento literario  Los Lunes del Imparcial (121 artículos) y luego  El Heraldo  (121 artículos) y, sobre todo, en el semanario festivo  Madrid Cómico - su "casa" - entre 1883 y 1901, donde se encuentra el 20% de sus artículos . De esta prensa ligera que opone a los "periodicazos" y "revistazas" y a tanta "bobería ilustrada", de este periodismo festivo y "regocijado" será defensor e ilustrador Clarín hasta aceptar -por poco tiempo- la dirección del ya decadente semanario para el que no le faltaba proyectos de reforma (Botrel, 1987).

 Maravilla de veras esa capacidad de Clarín para, desde el gabinete de lectura del Casino de Oviedo, conseguir estar al tanto de cuanto pasa en el mundo e informar a su vez a sus conciudadanos : tanto y más que el libro, la prensa es su fuente de información inmediata. Su empeño en abarcar e interpretar el mundo desde una capital de provincia es también una como respuesta al exceso de centralización censurado desde los tiempos de  El Solfeo (Botrel, 2000c), aun cuando, como harto y salutífero realismo, sabe que a través de la prensa madrileña es como se accede al gran público : si no ceja su interés por los órganos del republicanismo , busca cada vez más la audiencia de los grandes rotativos o de las revistas... Es ya celebridad temida y odiada : son prueba de ello sus sonadas polémicas estudiadas las más por J.-María Martínez Cachero, pero también el permanente intercambio público con otros periódicos -puede ser  El Eco de Gandía - o con algunos de sus lectores, con todos aquellos "zascandiles" que se dan por aludidos y de quienes recibe todas aquellas "esquelas ya anónimas, ya firmadas", con recortes de papel pegados con oblea, que las más veces deja sin contestar... Su fama de crítico y periodista tendrá incluso por consecuencia que en las primeras historias de la literatura del XIX casi se olvide al novelista y al cuentista...

 Progresivamente, aun cuando el comentario de la actualidad lo hace con más elevación y distancia -pero siempre con mordacidad-, se conoce que le cansa la obligación de ser "Clarín" y que de muy buenas ganas iría por la reflexión seria, el pensamiento filosófico, aun cuando como profesional cumple con sus obligaciones y contratos, hasta el final, escribiendo sus artículos, su artículo de cada día o semana..

 El artículo es, con la cuartilla, la unidad de referencia más presente en la vida cotidiana intelectual y económica de Clarín. Para él es "artículo" cualquier unidad comprendida entre 3 y 5 cuartillas o sea entre 10.000 y 15.000 caracteres de imprenta. Los artículos de Clarín -después de que haya abandonado su otro seudónimo Zoilito- pueden ser incluso... cuentos : así los llama él al menos, sobre todo cuando le salen largos y los va escribiendo y publicando semana tras semana, como verdaderos artículos (Botrel, 1979, 1997b).

 Con un abanico no muy abierto de modalidades de expresión, muy codificadas (y casi osificadas) donde predomina la forma breve y fragmentada del palique que puede llegar a constar de 9 elementos, con sus 6 000/11 000 caracteres, o de la revista mínima, aun cuando en la repetición "esperada" y apetecida por el público (el estilo, las " cosas " de Clarín) puede existir una preocupación por variar el tono, los registros y procedimientos, e incluso puede llegar a una innovación muy del momento como es la forma dialogada y la subversión del palique como género al llegar a tratar en él unos temas muy serios (Botrel, 1999).

 Sobre la fase redaccional, o sea : la fase de textualización o "puesta en frases" que sigue a la preredaccional y precede la preeditorial y editorial, se sabe que escribe de prisa ("o escribo de prisa o no escribo", dice), sin apenas levantar mano, despachando los artículos con quien juega al dominó y a veces en media hora porque otros quehaceres lo exigen en unas cuartillas donde vierte urgentemente la cantidad de texto necesaria antes de enviarlas al director del periódico, no quedándose con ninguna copia, incluso cuando se trata de una obra que "se continuará", como en el caso de los cuentos largos (Botrel, 2001a). Clarín no escribe más que la cantidad necesaria para la entrega semanal y ha de fiar de su memoria para seguir con el relato, a veces varias semanas después (Botrel, 1997b).

 Las escasas cuartillas autógrafas conservadas serán las de algún admirador : ni siquiera conservaba versiones impresas de su producción periodística, con la necesidad de mandar regoger el "original impreso", como lo llama, en las mismas redacciones para poder completar sus colecciones de artículos.

 Los artículos de Clarín se publican en el folletín -el lugar más noble-, en el centro de la primera plana de  La Publicidad donde hacen de "ombligo" o en la última columna de la tercera plana ; pueden ser verdaderos "fondos" como en tiempos de  El Solfeo y  La Unión , pero también pacotilla de gacetillas y sueltos yuxtapuestos en un palique, y cada vez más series que le permiten explayarse más para más reflexión, y sobre todo artículos -sobre todos los temas, de la actualidad y de la no actualidad- en los que "sólo manda Clarín". En la escritura clariniana, el artículo es la forma de referencia : es la unidad de producción y de pago, enviada con puntualidad -por contrato tácito- a este u otro periódico de Madrid los más de ellos, pero también de Barcelona ( La Publicidad sobre todo), de Asturias y de otras provincias donde muchos de sus artículos se reproducen como en  La Crónica de Badajoz o en  La Ilustración de Logroño pero donde también publica artículos originales como en el  Eco de Guadalope  publicado en Alcañiz. A  Las Novedades de Nueva York enviará unos 30 artículos entre 1894 y 1897, y también unos pocos a  La Nación de Buenos Aires, pero sólo uno a la  Nouvelle Revue Internationale . Lo cierto es que busca los periódicos de mayor circulación, o aprovecha la multiplicación de los centros de emisión para la propagación de sus ideas. Esto le lleva a veces a repetir ideas pero no fórmulas, ya que sabe adecuar, con impresionante profesionalidad, la forma de expresión periodística a cada periódico : para el  Madrid Cómico escribe "Paliques", para  La Publicidad  "Madrileñas" y, luego, "Revistas mínimas", etc. y, si siempre le quedan ganas de subvertir el medio para hacerle evolucionar en el sentido que quisiera darle, suele acatar globalmente las orientaciones redaccionales y adaptarse a las características de las publicaciones periódicas y del público

 Existe, por otra parte, una verdadera estrategia de conquista de medios de expresión, dentro de lo que cabe, o sea : lo que le consiente su conciencia de periodista que no ha de claudicar ni transigir, por mucho que le cueste, profesional y económicamente, como en el sonado caso de su ruptura con el director de  La España Moderna  (Freire, 2001).

2. La teoría de la prensa y del periodismo.

 Este muy somero comentario sobre la ingente actividad periodística de Clarín, no ha de hacernos olvidar que ésta se ha de relacionar con una muy clara visión -aunque de formulación más bien tardía- de lo que supone la prensa -el "cuarto poder"- para el progreso de las ideas y la reforma del hombre y la correspondiente estrategia que lleva a Clarín a querer disponer de tribunas suficientes y aptas para poder poner por obra su proyecto reformador y también para "ayuda del cocido". Lo corriente a partir de 1890 es que disponga de 6 a 8 tribunas nacionales (5), una de ellas barcelonesa, como en 1896 año en el que manda artículos al  Madrid Cómico y a la  Publicidad , por cierto, pero también a  El Imparcial ,  El Heraldo y a  Las Novedades de Nueva York con un público potencial correspondiente a los 200 000 y pico ejemplares publicados por el conjunto de estos periódicos. Con alguna satisfacción puede, en los años 1892-1895, dar cuenta Clarín a Luis París de lo que hoy se llamaría su "poder mediático" (Botrel, 1985a).

 No es este el lugar de hacer un inventario de todas las expresiones de Clarín al respecto, pero con sólo lo rastreado por Y. Lissorgues (1989), se puede observar cómo de una actitud más bien "político-costumbrista" como pudo ser la del "siervo de la pluma" en su paródica "información obrera" de 1885 (6), llega rápidamente a la convicción de que la prensa no es un mero medio o vehículo neutro y que tiene su propia lógica y fuerza vinculada con el impacto de su difusión y periodicidad que hace factible una expresión recurrente, insistente y coherente, con una especie de tratamiento homeopático para un público más cautivo y sobre todo más numeroso que el de la novela ; que la práctica de la prensa es un magisterio, una tribuna, cátedra o púlpito para un predicador laico, con tal que se garantice la autonomía (en el campo literario) y la independencia a pesar de no poder disponer de un órgano propio.

 Para él la prensa que está -gracias a una relativa libertad- transformándose en prensa "de masas" con tiradas diarias de hasta 100 000 ejemplares cuando de un libro se hace una tirada de 3 a 5. 000 ejemplares, es fundamentalmente "una gran tribuna para la enseñanza popular" y los periódicos "los árbitros de las corrientes del gusto en el vulgo". En el artículo publicado en  El Español  del 28-X-1899 ( apud Lissorgues, 1989, II, 32-35) se encontrará un buen desarrollo de su concepción del periodismo y de la prensa en aquel entonces. Observa que no se leen libros, pero que "el periódico empieza a leerse bastante ; los obreros, los humildes, buscan con avidez el impreso barato", y propone, pues, aprovechar "estas buenas disposiciones populares para ir encauzando el gusto y el juicio de las masas camino del alimento espiritual que puede convenirles" ( El Globo , 10-II-1899), haciendo de la prensa un instrumento de educación del pueblo, como medio de "predicación moral, en forma amena" ( El Heraldo , 23-XI-1896). Por eso, con no poca coherencia intelectual y moral, Clarín propone resistir el excesivo afán por seguir los gustos y vicios del público en vez de guiarle, por culpa de orden económico" ( Lunes de El Imparcial , 8-VIII-1892) : no porque en España poco se lee o se consume más palabras que ideas, se resigna Clarín. Muy al contrario, pretende -teorizándolo- utilizar el canal de la prensa para contrarrestar tan dañina tendencia y contribuir al cambio y le complace, por consiguiente, el que algunos periódicos echen a publicar suplementos literarios, cuentos, crónicas de arte, crítica, etc. que son unos adecuados medios para atraer al público... (Botrel, 2001b).

 Como observa Yvan Lissorgues (1989), esto supone un análisis y una crítica del periodismo al uso : Clarín denuncia la doble tendencia observada en la prensa al noticierismo -"el empirismo caótico del noticierismo"-que en la prensa diaria amenaza ahogar la idea y al sensacionalismo, y también la "bobería ilustrada" de algunas revistas... Opone la necesidad para los periódicos de "elevar su valor intelectual".

 Para ello, en su propia práctica, ya que " no le falta brújula para guiarse en el mar de las confusiones " ( Lunes , 13-II-99), procura no dejarse llevar por la actualidad, privilegiando el tiempo largo : día al día -cuando de lecturas se trata- y con sostenida periodicidad, Clarín interpreta y da a entender la actualidad procurando situar, articular, orientar : es "la inteligencia día al día". Sin perder de vista ni las exigencias éticas ni la finalidad del compromiso. Ejercicio harto difícil cuando de ir en contra de/o en disonancia con una opinión dominante achatada y como dormida y aún más cuando de una crisis muy honda se trata como el llamado Desastre. Con evidentes y pertinaces frustraciones al respecto, muy explícitas en su carta a Galdós de 31-VIII-1898 - nótese la fecha - : "Dígame lo que hace, lo que proyecta. Yo nada más que el garbanceo. Escribiría con mucho gusto de filosofía lo más literariamente que pudiera, pero aquí ¡ quién lee eso ! ". También se es periodista por necesidad o por razón...

 En resumidas cuentas, Clarín, como teórico y práctico del periodismo y de la prensa, en un momento en que la ley del provecho ya empieza a querer imponerse a la deontología, es un periodista y un crítico  demócrata  ya que "la buena democracia en literatura consiste en querer mejorar el gusto del público  grande " ( Madrid Cómico , 17-IV-1897) y para Clarín, por la literatura es por donde se puede elevar también el nivel cultural y político general. El periodista ha de enseñar y, como un sacerdote laico, tener "cura de almas" : "tanto como el maestro pone el medio, el saber leer, importa el periodista, que debe poner el fin, lo que el pueblo debe leer" ( El Español , 28-X-1899), sin que sus ideas puedan siempre ser expuestas y, por supuestos, oídas.

 De ahí el deseo frustrado y los intentos fallidos de emanciparse de la ley del público y de los directores, de esa "especie de censura previa, tácita, que limita la libertad del escritor" ( La Publicidad , 9-IV-1899), con la creación de órganos propios : el misterioso e inencontrable  Rabagás  en 1872 o  Museum en 1890, o la "gran revista científica literaria y científica" de que tanto habla a Galdós, en 1892-1893.

 Para Clarín, en España, el periodismo no es carrera, y debiera serlo. De ahí su reivindicación de los artículos firmados ("dentro de la firma -aunque de un seudónimo de trate- hay un persona, garantía de un periodista verdadero") imprescindibles para la afirmación o construcción de la moral, del saber, de la dignidad, del estilo, de la fama, de la carrera del periodista. Denuncia la "filoxera del oficio", satirizando a todos aquellos periodistas "gratuitos y obligatorios", muy adeptos del "traperismo literario", que malvenden o regalan sus artículos : para él los periodistas que no cobran son "malos periodistas".

 Como para Zola y los intelectuales de la época, escribir por dinero en la prensa es un medio de afirmación de su propia condición : "Las letras necesitan ser muy  económicas , si quieren tener la necesaria dignidad e independencia; es indispensable ganarse los garbanzos suficientes para poder desafiar las iras oficiales", escribe el 27-IV-1889 en el  Madrid Cómico . Lo cierto es que a costa de arduas negociaciones salariales de que dan cuenta sus cartas con sus editores o directores (Blanquat/Botrel, 1981; Botrel, 1997b), consigue Clarín hacer que se reconozca en España el valor de su trabajo intelectual, ser "firma de primera" que no escribe más que por dinero y por bastante dinero que es la medida del valor (de uno) : en 1895, "por el haber periodístico" puede considerarse ya clasificado "entre los generales de división, o, por lo menos, entre los directores generales, un año con otro".

 Por su práctica llega Clarín a configurar y dar un fundamento teórico al "neuvo periodista" con la reivindicación de la consideración que han de merecer los escritores y por consiguiente los periodistas.

 Como discípulo de Zola no sólo en la literatura sino en la nueva moral que el novelista francés definía al programar la emancipación de los literatos modernos por la virtud del dinero y de la fuerza social otorgada por éste, Clarín considera al editor y al director de periódico como factor no sólo de su gloria literaria sino de su dignidad de "autor moderno", de su libertad y poder (Botrel, 1997a). De ahí el cinismo aparente de sus declaraciones al respecto que se ha de interpretar como un desafío a los conservadores de la moral antigua.

 El que sus colaboraciones periodísticas fueran fuente importante -pero no principal- de ingresos para la vida de su familia también ha de tenerse en cuenta y puede explicar la sensación de malestar y menosvaler del "buhonero de las literatura menuda" que "atiend(e) a (sus)  parroquianos , sirviendo  paliques a domicilio, de redacción en redacción de pueblo en pueblo", como escribe en el  Madrid Cómico de 23-II-1889 (7), pero puede existir alguna provocación en la ausencia de pudor -y a veces grosería- con la que Clarín plantea y trata lo que es para él un asunto problema material  y  moral. No han de entenderse en primer grado todas aquellas formulaciones más o menos metafóricas y autodespreciadoras como "garbanzos", '"buhonero de la letra menuda", "ayuda del cocido", "jornalero de las letras", "pluma de hacer pesetas", por más que lo piense sinceramente en algún momento de depresión, y hay algo forzado en el empleo voluntario de "ajustar un libro", "regatear", "cobrar", "sacar dinero" e incluso en la distinción que hace entre todo lo demás y la novela que "no puede ser asunto de comercio" (Botrel, 1979). Esta manera de hablar públicamente, sin tapujos ante los lectores y la opinión del valor de la creación es algo bastante nuevo, aun cuando hubiera dado la pauta Larra en sus artículos de costumbres.

 Sólo muy efímeramente consiguió Clarín hacer coincidir su concepción de la prensa y del periodismo con su práctica periodística y si llegó a dirigir muy fugazmente un semanario como el  Madrid Cómico no dispuso de ni pudo crear unas condiciones adecuadas. Consecuencias de su "excesiva" entereza o agresividad y de su sentido de la independencia serán su separación de  El Día, La Publicidad  y tal vez  El Progreso  (Saillard, 2001b) : "me han echado con buenos modos de todos los periódicos de alguna circulación donde escribía. Mis queridos correligionarios son así a veces (como los de Vd) no comprenden que se alabe a los  contrarios y  se pegue como ellos dicen a los amigos ", le escribe a Menéndez Pelayo el 12-XII-1884, y el 24-VII-1884 echa de menos, en una carta a Galdós, esta situación: " De  La de Bringas no podré hablar al público por falta de periódico. (...) total que ya no tengo una almena que pueda decir que es mía". Pero en otro momento, al contrario, puede observar y destaca : "Soy republicano y  El Heraldo  no y allí escribo" ( El Heraldo , 5-VIII-1897), porque le deja expresarse libremente.

 El "sonado" caso de su ruptura con  La España Moderna  permite ilustrar hasta dónde puede llegar esta intransigencia moral de Clarín, consonante con su permanente y latente preocupación por preservar pero también construir su independencia.

 Por supuesto, esta defensa de la propia libertad exige la de las colectivas, como la libertad de imprenta, y hasta el fin de su vida bregará Clarín por sus valores, desafiando al Fiscal del Supremo, Puga, en 1897, tras el asesinato de Cánovas, a sabiendas de lo que podía pasar, para luego escudarse detrás del seudónimo, afirmando con provocador cinismo que no conoce a ese Clarín del cual diz que se oculta un tal Leopoldo Alas (Botrel, 1999).

Conclusión : Es prosa de la vida de Clarín el periodismo, la rutina de la producción periodística, con este cínico -y conocido- autodesprecio por el escribir por escribir del que "cobra por decir algo" ( Madrid Cómico , 17-VII-1897) y el cansancio de quien, en 1899, "lleva un cuarto de siglo de cansar las prensas", 25 años de periodismo y paliques, la rutina del oficio de escribir, este "inflar el perro viejo", que hace que a veces le entren

"tentaciones de mandar telegramas a (sus) periódicos diciendo "Clarín ha muerto. Se ha pegado un tiro en el seudónimo. Ya no hay Clarín".

Y dedicarme exclusivamente a la filosofía. Con firma entera (...) ¿ No habrá por ahí un millonario, mi admirador (...) que me diga : "le regalo a Vd. una porción de miles de duros, para que y usted pueda descansar y dedicarse a la filosofía, olvidado de los paliques. No le impongo a usted más obligación que la de escribir antes de cinco años una  Crítica de la razón que eclipse la de Kant ?

 Y la escribo. Vaya si la escribo, con eclipse y todo.

 Escribo la  Crítica de la razón purísima.

 ¡ Cualquier cosa antes que el palique número 999.999 ! " ( Madrid Cómico. , 30-X-97).

 Pero Clarín es un periodista consciente y con conciencia y sigue escribiendo, a pesar del creciente desánimo y pesimismo vital perceptible en uno de sus últimos cuentos  Reflejo (Confidencia)  cuando se refiere "el señor X" a los libros que no hace ("Son inútiles. No los leen. No los saben leer") y a los artículos que sí se leen... "pero tampoco se entienden". Escribe hasta la muerte, ya que para él el periodismo, como forma asiduamente practicada, como oportuno y moderno medio de cumplir con sus compromisos sociales, intelectuales y morales y como estrategia razonada es, además de una voluntad de vivir siempre alerta a su tiempo, un creativo empeño por dar forma al ansia de ser, un afán por perdurar efímera mas reiteradamente entre todo lo que huye y se desvanece, asumiendo el tiempo, en la duración, en la historia sin preocuparse por dejar un monumento sino por construir, edificar, formar, a sabiendas de que su torre no llegará al cielo ni a la reforma definitiva de sus compatriotas.

 Clarín -el "señor Clarín", como llegaron a llamarle algunos- nació en 1875 (el 11 de abril) en la prensa, para la prensa, y este periodista ejemplar con una obra periodística no menos ejemplar, que dos años antes de su muerte confesaba: "de mi sé decir que (...) soy principalmente periodista" ( El Español , 28-X-1899) -pero no periodista profesional, conste-, acaso nos entrega, por anticipado, una llave maestra para una cabal comprensión e interpretación de lo que hoy ha llegado a representar para la literatura y el pensamiento universal o  católico , el apóstol Leopoldo Alas "Clarín".

Jean-François Botrel (Université Rennes 2/PILAR).

Estudios citados:

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Vilanova, Antonio (ed), Leopoldo Alas "Clarín",  Mezclilla , Barcelona, Ed. Lumen, 1987.

Notas.

1. Esta conferencia recoge ideas, datos y, a veces, hasta párrafos de varios estudios míos, ya anteriormente publicados, ya inéditos, que se citan en la bibliografía. Ni que decir tiene que las deudas intelectuales o factuales para con otros estudiosos del campo quedan debidamente señaladas en dichos estudios o en la misma bibliografía.

2. No faltan en la obra de Clarín comentarios, más o menos sarcásticos (como en el capítulo VI de  La Regenta ), sobre una práctica por otra parte documentada por Pereda (García Castañeda, 2000) o los archivos de los propios casinos (Botrel, 2001d).

3. Cf. los 6 tomos de artículos que se han de publicar en Leopoldo Alas Clarín,  Obras completas , Oviedo, Nobel, de 2002 en adelante.

4. De ahí que resulten aún  legibles  a pesar de que la ausencia del contexto literario o periodístico.

5.En 1875, disponía de 2 ó 3 tribunas, en 1881 de 8 y en 1883 de 13.

6."Información obrera por un siervo de la pluma",  Madrid político , 20-II-1885. "¿ dónde habrá cosa más  proletaria que un periodista español ? pregunta Clarín, y divide los periodistas en "políticos, literarios y comunes de dos (el que hace a la pluma y a pelo, es el tipo general ambidiestro) y propone un cuadro de estudio en su esencia, en sus mutuas relaciones, en sus relaciones con el propietario, el director, el inspirador, en sus relaciones con el público" ; termina con el "periodista gratuito y obligatorio".

7. Incluso, desde una concepción moderna del periodista "con firma", escribe artículos para agencias, como la Agencia Almodóvar.